jueves, 3 de noviembre de 2011

Estudio del suicidio de Durkheim

Uno de los estudios sociológicos clásicos que ha estudiado la relación entre el individuo y la sociedad es el análisis del suicidio que hizo Durkheim (publicado originalmente en 1897) Aunque los seres humanos se vean a sí mismos como individuos que actúan por su propia voluntad y elección, con frecuencia es la sociedad la que conforma sus comportamientos y la que loes ofrece un modelo. El estudio de Durkheim mostraba que incluso un acto tan personal como el suicidio se ve influido por el mundo social.

Antes del estudio de Durkheim ya se habían llevado a cabo investigaciones sobre el suicidio, pero él fue el primero que insistió en que había que darle una explicación sociológica. Los escritores anteriores habían reconocido la influencia de los factores sociales sobre el fenómeno, pero las explicaciones que habían dado al hecho de que un individuo fuera más o menos proclive a suicidarse se habían centrado en consideraciones raciales, climáticas o en otras relacionadas con problemas mentales. Sin embargo, según Durkheim, el suicido era un hecho social que sólo podía explicarse mediante otros hechos sociales. No era sólo la suma de una serie de actos individuales: era un fenómeno en el que aparecían ciertas pautas.

Al examinar las cifras de suicidio oficiales en Francia, el autor se dio cuenta de que ciertos tipos de personas eran más proclives a suicidarse que otras: Había más hombres que mujeres, más protestantes que católicos, más ricos que pobres y más entre las personas solteras que las casadas. Durkheim también percibió que los índices de suicidio solían ser menores en tiempos de guerra y mayores en las épocas de cambio económico y de inestabilidad. Estos hallazgos llevaron a Durkheim a la conclusión de que hay fuerzas sociales fuera del individuo que influyen en el número de suicidios. Relacionó su explicación con la idea de solidaridad social y con dos tipos de vínculos sociales: la integración social y la regulación social. El autor creía que era menos probable que se quitaran la vida las personas que estaban muy integradas en grupos sociales y cuyos deseos y aspiraciones se hallaban regulados por normas sociales. Identificó cuatro tipos de suicidio, según la presencia o ausencia relativa de la integración y la regulación:

En los suicidios egoístas lo definitorio es la escasa integración social. Tienen lugar cuando un individuo está aislado o cuando sus vínculos con un grupo se debilitan o se rompen. Por ejemplo, el escaso número de suicidios entre los católicos podría explicarse a partir de la fuerza de su comunidad social, mientras que la libertad personal y moral de los protestantes conlleva que "estén solos" ante Dios. El matrimonio protege del suicidio al integrar al individuo en una relación social estable, mientras que las personas solteras siguen estando más aisladas dentro de la sociedad. Según Durkheim, el menor número de suicidios en tiempo de guerra puede interpretarse como un signo de la mayor integración social.

El suicidio anónimo se produce por falta de regulación social. Con esto, Durkheim se refería a las condiciones sociales de la anomia, situación en que las personas se quedan "sin normas" debido a un rápido cambio en la sociedad o a la inestabilidad de ésta. La pérdida de un punto fijo de referencia para las normas o deseos -como la que se da en épocas de convulsiones económicas o de conflictos íntimos como un divorcio- puede alterar el equilibrio entre las circunstancias de una persona y sus deseos.

El suicidio altruísta tiene lugar cuando un individuo está "demasiado integrado" -los vínculos sociales son demasiado fuertes- y valora más a la sociedad que a sí mismo. En este caso, el suicidio se convierte en un sacrificio que se realiza en beneficio de "un bien superior". Los kamikazes japoneses o los "hombres bomba" islámicos son ejemplos de este tipo de suicidio. Para Durkheim, éste era característico de sociedades tradicionales en las que predomina la solidaridad mecánica.

El último suicidio es el fatalista. Aunque Durkhim lo consideraba de poca importancia en su época, creía que se originaba cuando un individuo está excesivamente regulado por la sociedad. La opresión del individuo produce un sentimiento de impotencia ante el destino o la sociedad.

Los índices de suicidio varían de una sociedad a otra, pero, a lo largo del tiempo, presentan pautas regulares dentro de cada una de ellas. Para Durkheim, esto era una prueba de que existen fuerzas sociales coherentes que influyen en el número de suicidios. Si se analiza este índice, se comprobará que en las acciones individuales se pueden detectar pautas sociales generales.


Desde la publicación de El suicidio, se han hecho muchas objeciones a este estudio, relacionadas sobre todo con el uso que hace Durkheim de las estadísticas oficiales, su rechazo a las influencias no sociales que afectan al suicidio y su insistencia en clasificar todas las clases de suicidio juntas. No obstante, el estudio sigue siendo un clásico y su propuesta fundamental se mantiene vigente: incluso un acto que parece tan personal como el suicidio exige una explicación sociológica.

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